Con motivo del viaje a América latina del
papa Francisco, los pueblos de la región tienen esperanzas que el líder de la
Iglesia católica apoye las demandas y movilizaciones de su juventud, mujeres y
etnias reprimidas y discriminadas. Es muy significativo que el papa Francisco
incluyera en su gira a países como Bolivia y Ecuador, cuyos pueblos están en
una lucha abierta contra las oligarquías locales y las potencias imperialistas
de Norte América y Europa.
Como jefe de Estado del Vaticano, el papa
de la Iglesia católica no tiene poder de convocatoria. Sólo tiene mando sobre
un grupo de burócratas que conforman la Curia. En cambio, como líder espiritual
de más de mil millones de personas en el mundo entero concentra en su persona
un enorme atractivo. Cerca de 400 millones de católicos residen en América
latina.
El reconocimiento del papa Francisco de
las luchas populares en Ecuador es un primer indicador de apoyo a ese pueblo.
Ecuador hace enormes avances en su política social. Especialmente, con los
pueblos indígenas reprimidos y discriminados durante siglos. El papa le está
dando a la revolución Ciudadana un espaldarazo. Al mismo tiempo, está
rechazando los intentos desestabilizadores de la oligarquía y de Washington.
El papa no viene a la región con un plan
político pre-establecido. Aún es muy prematuro hablar de la constitución de
nuevos bloques. El mundo está muy dividido y estamos presenciando como la lucha
por la hegemonía se agudiza. En el caso de América latina, hay fuertes
divisiones. Aún hay países dominados por oligarquías locales que utilizan su
fuerza ideológica y/o armada para reprimir sus pueblos. Esta división es, a su
vez, abanicada por EEUU.
Otra escala del papa es Bolivia que vive
cambios profundos. También tiene aspiraciones a tener una salida al mar. Tiene
a toda la comunidad internacional a su favor. El hecho que el papa incluyera a
Bolivia en su primera visita a la región es muy significativo. Chile, a su vez,
ha sostenido un discurso equivocado por casi un siglo en torno a su diferendo
con Bolivia.
Sin duda, el papa Francisco ha manejado
con mucha habilidad su discurso en torno a los puntos más sobresalientes en la
agenda mundial y regional. Con relación a su encíclica, en defensa del
ambiente, ha identificado los responsables del panorama desastroso en que se
presenta el futuro de la humanidad. Somos una especie en peligro de extinción.
El papa reitera la necesidad de poner fin a las políticas del 'capitalismo
salvaje' y las acciones de despojo sistemáticos que los sectores dominantes
desarrollan a escala global.
El papa visita al pueblo de Paraguay, no
a su presidente de turno. Quiere darle fuerza a su gente en su lucha histórica
por reconstruir un país digno y soberano. Es un rechazo por parte del papa a la
creciente militarización y empobrecimiento de lo que fue un ejemplo de
desarrollo para toda la región.
Hay una clara diferencia entre un cardenal
en el marco de la política local y un papa que tiene que hablar a nombre de una
Iglesia que reclama más de mil millones de adherentes. La presidente de
Argentina, Cristina Fernández, no ha cambiado su política populista resultado
de la correlación de fuerzas sociales en su país. Su preocupación principal es
que su partido gane las próximas elecciones. Bergoglio está muy lejos de esa
lucha electoral entre los sectores dominantes argentinos. Sin duda, tendrá sus
preferencias. Sin embargo, ya no es el cardenal ni el arzobispo de Buenos
Aires.
La figura del papa - u Obispo de Roma -
perdió mucha influencia política en el siglo XX. En la medida en que adopta
políticas más cercanas a los sectores populares puede recuperar esos espacios
perdidos. Algo de eso le permitió a Juan XXIII rescatar el perfil de una
Iglesia católica derrotada hace medio siglo. En la otra dirección, el papa Juan
Pablo II encabezó una cruzada anticomunista que le permitió consolidar una
alianza con los sectores más poderosos del mundo financiero. Ahora, Francisco
se enfrenta a los retos del siglo XXI con decisión y bastante originalidad. La
cuestión sobre el capitalismo salvaje, la destrucción de la naturaleza, la
creciente pobreza y las guerras son temas que a todos preocupa. Francisco ha
logrado tocar fibras que trascienden los templos y llegan a los hogares, a los
centros de trabajo y a las escuelas en el mundo entero.
9 de julio de 2015.
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