Panamá y otros 50 países negocian en secreto un tratado que
acabaría con lo poco que queda de democracia y del libre mercado a escala
global. Funcionarios norteamericanos y europeos asesoran a sus contrapartes. Todo
indica que es una operación que se mueve al margen de la ley de los países
involucrados. En la a actualidad, el Congreso de EEUU legisla para crear un
marco jurídico para la nueva instancia. En el caso de Panamá y la mayoría de
los países que forman parte de las negociaciones no hay información que se esté
legislando.
Wikileaks está filtrando, a través de una red periodística mundial
que está a su disposición, el contenido de las negociaciones clandestinas entre
medio centenar de gobiernos para establecer una alianza neoliberal planetaria:
el Trade in Services Agreement (TiSA). El acuerdo de intercambio de servicios no sólo se está negociando en
el más absoluto secreto, también pretende seguir oculto durante cinco años
adicionales después de entrar en vigencia.
El
nivel de encubrimiento del TiSA –que abarca las telecomunicaciones, comercio
electrónico y servicios financieros, así como seguros y transportes – es
superior al del Trans-Pacific Partnership Agreement (TPPA) entre Washington y
sus socios asiáticos. Wikileaks divulgó documentos secretos donde se descubre
que se está construyendo un complejo de normas y reglas diseñadas para evadir las
regulaciones estatales sobre el mercado global.
Si el
tratado no se da a conocer durante años, los gobiernos que lo ejecutan no
tendrían que rendir cuentas. Según fuentes bien informadas, la intención
fraudulenta de estas negociaciones clandestinas es obvia por su descarada
violación de la Convención de Viena sobre la Ley de Tratados. Por el momento,
los gobiernos latinoamericanos implicados en la negociación secreta del TiSA
incluyen Panamá, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Paraguay y Perú. Los textos
de la negociación secreta del TiSA que divulga Wikileaks muestran que lo que se
pretende es eliminar todos los controles de los servicios financieros. Fueron
precisamente los derivados o los CDS (credit default swaps) – auténticas
apuestas sobre posibles quiebras – los que generaron la burbuja bursátil que al
estallar en 2007-2008 acabó con el sistema financiero capitalista hasta
entonces conocido. El colapso obligó a Washington a inyectar millones de
millones de dólares de fondos públicos en los bancos más grandes para evitar su
bancarrota.
Wikileacks
tuvo acceso a las notas internas sobre las negociaciones con Israel y Turquía
para que se adhiriesen al tratado secreto, algo que en cambio se negó a China y
Uruguay cuando lo solicitaron, probablemente temiendo que filtrarían los
contenidos del pacto en cuanto comprendieran el alcance de lo que se pretende. Es revelador el listado de los
gobiernos latinoamericanos que participan en el TiSA, todos ellos fieles
aliadas de EEUU. A su vez, se excluyen los países del ALBA, así como Brasil, Argentina
y otras potencias en que Washington no confía.
Lo más increíble
de la propuesta de TiSA es que le exigirá transparencia total a los países que
no forman parte del Tratado secreto. Los países que no están en el círculo
íntimo, deberán anunciar de antemano y abrir a discusión previa todas las
regulaciones y normativas que se dispongan a aplicar, asegurando así que las
grandes corporaciones tengan tiempo para contrarrestar, modificar o incluso
impedir esas decisiones soberanas en función de sus intereses.
El TiSA tomará en cuenta todas las exigencias de la
industria financiera de Wall Street de Nueva York y la City en Londres, así
como los intereses de las grandes corporaciones globales, para las que el
tratado no es un secreto sino producto de su propia creación. Según la profesora
de Derecho de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda), Jane Kelsey, "el
mayor peligro es que el TiSA impedirá que los gobiernos puedan fortalecer las
reglas para controlar el sector financiero".
Diseñado
en estrecha consulta con ese sector financiero capitalista a escala global, el
TiSA obligará a los gobiernos firmantes a fortalecer y ampliar la desregulación
y liberalización bursátil causantes de la crisis. Además, les quitará el
derecho de mantener y controlar los datos financieros dentro de sus
territorios. Incluso, los forzará a aceptar derivados crediticios tóxicos e
impedirá que adopten medidas para evitar otras crisis creadas por el
neoliberalismo. Y todo ello será impuesto por unos acuerdos secretos, sin que
la opinión pública se pueda enterar de cuáles son los verdaderos motivos que
arrastran a sus países a la ruina.
17 de junio de
2015.
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