Hay dos grandes preocupaciones que mantienen en zozobra a la
opinión pública. Por un lado, ¿tiene el actual gobierno panameño la voluntad
política de hacer justicia con los casos de corrupción? Por el otro, ¿evitará
el actual gobierno que los casos de corrupción no se repitan durante la
administración del presidente Juan C. Varela (2014-2019)? Todos los días se
repiten los casos de corrupción en casi todas las dependencias gubernamentales.
Se acusa al presidente Varela de ser lento a la hora de tomar decisiones. Otros
señalan que es un problema de poner en orden cuáles son los negocios que
pretende privilegiar.
Desde la invasión (1989) a esta fecha los gobiernos no
tienen un plan de trabajo. Desde la presidencia de Pérez Balladares (1994-1999)
la palabra planificación fue borrada del léxico de la administración pública.
Las decisiones se toman sobre la base de qué negocio puede generar más ganancia
para los especuladores. Incluso, la Constitución Política fue reformada para
que el Canal de Panamá se convirtiera en un negocio. La vía interoceánica fue
‘blindada’ por la Carta Magna
para que el sector público no pudiese penetrar sus gruesas paredes. El
negocio del Canal de Panamá está reservado para la clase ‘rentista’ que se
apoderó de los resortes del gobierno.
Durante la presidencia de Martinelli se hablaba de los ‘mega
proyectos’. Los más emblemáticos superaban los mil millones de dólares. Entre
ellos se destacaron la atrasada ampliación del Canal (que ya alcanza los 6 mil
millones de dólares), la línea 1 del Metro, la Cinta Costera Nº3, la Ciudad
Hospitalaria, la limpieza de la bahía de Panamá y otros. A su vez, otras fuentes
de corrupción fueron el Programa de Ayuda Nacional (PAN), la Caja de Seguro
Social, (CSS), el IDAAN, los ministerios de Salud, Educación, Obras Públicas,
Vivienda y otros.
En total, algunos calculan que fueron desviados cerca de 5
mil millones de dólares en el quinquenio de Martinelli. No es una casualidad
que entre 2009 y 2014 el tesoro nacional recibió esa misma cantidad producto de
las transferencias que por ley hace la Autoridad del Canal de Panamá (ACP).
Por una buena razón quienes controlan al país y gobiernan no
quieren saber de la palabra planificación. Esos recursos deben destinarse al
desarrollo nacional. En vez de eso fueron objeto del despojo por quienes
gobiernan sin rendir cuentas.
El gobierno actual tiene en miras varios ‘mega proyectos’
para el período 2014-2019. Entre estos se destacan la construcción de
facilidades portuarias en el sector de Balboa de la ciudad de Panamá. Además,
la Minera Panamá (concesión hecha a una empresa sudafricana-canadiense),
las líneas 2 y 3 del Metro, la renovación de la ciudad de Colón y otros. Todos
estos proyectos serán financiados y pagados por los 3.7 millones de panameños.
Es probable que los ingresos del Canal de Panamá sean nuevamente desviados a
manos de los especuladores para esta finalidad.
Ninguno de los proyectos se inserta en un plan de desarrollo
nacional. Los especuladores se apropian de lo ajeno y no rinden cuentas. Cada
día se pierden empleos, niños se quedan sin escuelas y los servicios de salud
desaparecen por falta de recursos. Los fondos desviados reaparecen en cuentas
cifradas, bajo nombres ficticios, en la banca norteamericana. Si cada proyecto
formara parte de un plan de desarrollo podríamos incrementar la producción
agropecuaria e industrial, para generar más empleos y enviar más niños a
escuelas que no existen o que han colapsado.
El gobierno sabe que construir puertos en la entrada del
Pacífico del Canal es un buen negocio. También sabe que el negocio se va a
truncar a corto plazo debido a que no ha sido objeto de un plan de desarrollo
que le permita darle seguimiento. A corto plazo quiere tener en Balboa tres
puertos con capacidad de mover 12 millones de contenedores TEU. Igual que Colón
y más que cualquier otro puerto en América latina.
La magnitud del proyecto absorberá casi de inmediato la
capacidad urbana de la ciudad y no tendremos los ingresos para cubrir los
enormes gastos que implica. En vez de convertirnos en un Amberes o Singapur, la
ciudad de Panamá quedará como Colón o Buenaventura. En 20 años los ‘mega
proyectos’ nos chuparán hasta la última gota de lo que generan los peajes del
Canal de Panamá. Seguiremos bajo el imperio de la corrupción y sin un plan de
desarrollo nacional.
24
de abril de 2015.
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