Por un lado, la Alcaldía de Panamá convocó a un taller para
dar a conocer los estudios realizados sobre los problemas de la ciudad capital.
Por el otro, el Departamento de Sociología de la Universidad de Panamá convocó
a un seminario sobre técnicas de investigación donde la ciudad fue objeto de
análisis y estudio.
En ambos eventos se planteó la necesidad de hacer más
estudios sobre la ciudad de Panamá. Es muy poco lo que se sabe. Esto contrasta
con el hecho de que Panamá ha pagado millones de dólares para realizar planes
de desarrollo urbanos. En el taller convocado por la Alcaldía se desprendió que
no existen las estadísticas necesarias para hacer evaluaciones acertadas sobre
la evolución del conglomerado urbano. Tampoco existe una historia de la ciudad
de Panamá de las últimas décadas.
La ciudad de Panamá, quizás desde su fundación hace medio
milenio, tuvo como objetivo promover negocios y enriquecer a los grupos en el
poder. En el siglo XX la ciudad fue subordinada a los intereses del Estado
panameño y el proyecto que giraba en torno a la construcción, operación y
mantenimiento del Canal de Panamá. En los últimos lustros esta política se ha
consolidado.
La ciudad no tiene un proyecto propio. Incluso, no tiene
identidad. Lo interesante de los dos encuentros celebrados la semana pasada fue
que se planteó el problema. ¿Qué ciudad queremos los panameños? No se
respondieron en forma explícita las interrogantes pero fueron objeto de
análisis.
La ciudad de Panamá, como cualquier otra formación urbana,
tiene que atender las necesidades de su gente, de su juventud, así como de sus adultos
mayores y niños. Para ello la ciudad necesita gente que se organice. Exige
organizaciones sociales: la familia, la comunidad, los gremios, las mujeres,
los trabajadores y otros. También necesita redes densas, complejas, ricas: una
red que eduque a la población (especialmente a los más jóvenes), una red que
garantice la reproducción de la población mediante un sistema de salud, una red
comercial que le permita a la población tener acceso a los bienes y servicios,
una red productiva, una red de seguridad basada en inteligencia y medidas
preventivas y una red política que asegure la participación ciudadana.
La ciudad necesita una identidad, igual que la familia o el
país. Sin participación ciudadana la identidad es objeto del despojo.
¿Cómo pueden los ciudadanos organizados (identificados y
comprometidos), poner a funcionar las redes? Los datos e indicadores que
recogen los especialistas en materia urbana nos informan sobre lo que no
tenemos. La ciudadanía puede tomar conciencia de que no controlan las redes.
En el sistema en que vivimos, las redes han sido
secuestradas por grupos con intereses económicos. Transforman las redes en
negocios al servicio de organizaciones ajenas a los intereses de la población
que no está organizada, que no se constituye en ciudadanía.
En todos los planes de desarrollo urbano se encuentran como
objetivo central la promoción de los negocios. Igualmente, en todos los planes
falta la participación ciudadana.
En todos los análisis de la ciudad falta la gente. Los
jóvenes necesitan escuelas, las madres y los niños necesitan centros de salud.
Las familias demandan viviendas. Igualmente, necesitan agua, energía y
transporte. Todos estos elementos básicos son ignorados por los estudios que se
hacen sobre la ciudad.
En materia de educación se habla de la ‘descentralización’
de los recursos. Es un objetivo que sólo tiene sentido para los intereses que
hacen negocios. El sistema educativo está en un total caos. Escuelas sin techo
y colegios sin agua en la ciudad capital. Sectores con alta densidad
estudiantil sin centros escolares. Estudiantes sin matrícula y maestros sin
nombramientos.
No hay bibliotecas. Pero aún más dramático, no hay escuelas.
El problema de fondo es que las políticas públicas nacionales le niegan
oportunidades de trabajo a los panameños y como consecuencia no puede haber
participación ciudadana. La Alcaldía y la Universidad de Panamá han tomado un
paso importante.
12 de marzo de 2015.
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